Cuando alguien menciona un reactor nuclear, lo primero que nos llega a la mente es una estructura ideada y creada por el hombre.
Por eso, si nos ponemos a pensar en el reactor nuclear más antiguo del mundo, el primero que podría llegarnos a la mente podría ser aquel que se puso en marcha el pasado año 1951 con el propósito de producir electricidad. Esto es cierto, pero sólo a medias, pues realmente el reactor nuclear más antiguo del mundo se encuentra ubicado en África hace más de dos mil millones de años.
Este reactor es una zona de uranio natural en la corteza terrestre, localizada en Oklahoma (Gabón). El uranio es un material radiactivo natural, y en esa zona las reacciones nucleares son producidas sin la mano del hombre de por medio.
El descubrimiento de esta zona se llevó a cabo en el año 1972 por parte de científicos franceses, que tomaron muestras de uranio de una mina de Gabón para comprobar de qué tipo era. Existen tres tipos de uranio o isótopos: Uranio 234 (el más raro), Uranio 238 (el más abundante) y Uranio 235 (el más interesante, pues puede crear reacciones nucleares en cadena).
En las muestras de rocas a las que ha tenido acceso el ser humano tan solo se encuentra un 0,720% de Uranio 235 , tales como rocas lunares, meteoritos o rocas de la misma corteza terrestre. Pero en este caso, la composición era de apenas 0,0717%; o sea, solo hablamos de un 0,003% menos y esto parece poco importante, pero paradojicamente sí lo es.
Esto significaría, que habría unos 200 kilogramos de uranio 235 desaparecidos. Pero no estaban desaparecidos, sino que ese 0,003% fue sometido a una fisión nuclear dando lugar a otros átomos. Podría sonar utópico, debido a que son necesarias condiciones muy específicas para dar lugar a esta fisión nuclear y además de forma continua. Para los científicos, era poco probable que la naturaleza hubiese logrado esto por casualidad.
Como decíamos, era poco probable, pero no imposible. En realidad, no fue exactamente lo que pasó, pero casi. Para dar lugar a una reacción nuclear, hacen falta ciertas cosas:
En primer lugar, tener un gran porcentaje de Uranio 235 para llevar a cabo la reacción nuclear. El 0.720% nos puede parecer poco, pero es el porcentaje justo para una reacción nuclear, y se cree que ese era el porcentaje de este reactor nuclear natural hace dos mil millones de años.
En segundo lugar, es necesario una fuente de neutrones. El Uranio 235 se descompone de forma natural en torio y libera un neutrón por el camino, el cual se puede mover a otro átomo de Uranio 235 y realizar el proceso de fisión nuclear (un proceso donde un átomo se rompe en átomos más pequeños, liberando de esta forma grandes cantidades de energía). Cuando los neutrones se fusionan con el Uranio 235 se crea Uranio 236, un isótopo inestable, que se transforma en átomos más estables y neutrones, los cuales repiten el proceso volviendo a producir una fisión nuclear al encontrarse con nuevos átomos de Uranio 235.
En tercer lugar, hace falta una sustancia reguladora, que en este caso sería el agua subterránea. Dicha agua sería la encargada de frenar los neutrones. Asimismo, con el tiempo, la energía que sea liberada por la reacción acabaría evaporando el agua a largo plazo. En algún momento, los neutrones no se iban a frenar, y acabarían disparando contra el suelo sin reaccionar con nada. Luego, cuando los neutrones se hubiesen detenido, el goteo de agua subterránea se encargaría de volver a iniciar el proceso. Un ciclo que posiblemente haya durado cientos de miles de años.
Por desgracia, esto ya no se volverá a repetir. Ya que el nivel de Uranio 235 acabó reduciéndose tanto que no hubo suficiente para continuar las reacciones en cadena. Ahora sólo ha quedado la señal de que en su día hubo un porcentaje suficiente para estas reacciones nucleares en cadena de forma natural, pero el reactor nuclear ya no funciona.
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