No son tan graciosas, pero son esenciales para nuestra supervivencia. Su aguijón y posible picadura es muy dolorosa, pero la realidad es que su zumbido debería sonarnos a música celestial. Te explicamos los motivos a continuación.
En sentido general, los insectos tienen un papel crucial en los ecosistemas naturales, porque forman parte de la biodiversidad, un concepto primordial a la hora de garantizar que el mundo no deje de ser tal y como lo conocemos.
Puede sonar dramático, pero así son las cosas. La pérdida de biodiversidad que sobrevendría si las abejas desaparecieran o se vieran minimizadas, significaría una catástrofe ambiental. A nivel de nutrición humana, la seguridad alimentaria podría sufrir una auténtica debacle. Aunque cueste creerlo, el 35 por ciento de la producción mundial de alimentos depende de ellas.
Lean este dato, si su actividad se tuviera que realizar mecánicamente costaría nada más y nada menos que 153 mil millones de euros, según datos de Greenpeace. ¿Asombroso, no?
La polinización, clave para la biodiversidad
Aparte del dinero de la producción de miel, lo que está en juego es la polinización de las flores, imprescindible para la sostenibilidad de la agricultura en todo el mundo.
Albert Einstein no dudó en afirmar que el ser humano no viviría ni siquiera unos cuantos años si las abejas desaparecieran.
¿Pero, cómo la humanidad puede depender de un simple insecto? Su rol con respecto al equilibrio ecológico es primordial, eso es un hecho irrefutable, pero aún podemos ir más lejos.
Para ser más exactos, ya que la polinización asegura el nacimiento de las especies vegetales en la Tierra, si éstas fallaran la cadena trófica también lo hace. Entonces, la polinización se traduciría en una pérdida de un sinfín de especies animales y vegetales, incluyendo la gran mayoría que necesita el ser humano para asegurar su alimentación.
Hace unos años que las abejas están en la cuerda floja. Su declive es alarmante porque su población está descendiendo muy rápido. Sus enemigos principales son los pesticidas. Es decir, la agricultura que aprovecha su función polinizadora está caminando, hacia su propia extinción.
Tras muchos años de incertidumbre, sin conocer la causa que las estaba haciendo desaparecer, la ciencia finalmente llegó a un consenso sobre el motivo que las está borrando del mapa. Y lo peor del caso, las abejas no tienen armas para luchar contra este enemigo.
Según publica la revista Nature, ni el abejorro común ni la abeja europea (Apis mellifera) son capaces de detectar la presencia de los tres pesticidas neonicotinoides más comunes. No pueden evitarlos y quedan completamente inermes ante ellos. Además, la pérdida de biodiversidad actúa en su contra. Como si se tratase de un círculo vicioso, cada vez hay más espacio colonizado por la agricultura, auténticos páramos en los que no pueden hacer su tarea cotidiana, y cuando tienen la “suerte” de poder polinizar, éstas flores suelen estar cargadas de pesticidas.
Su efecto sobre su organismo es devastador. Enloquecen, pierden la capacidad de orientación y eso acaba costándoles la vida, debido a que los pesticidas actúan en el sistema nervioso central. Y como no pueden evitarlos, las poblaciones no dejan de caer en picada.
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