De cara a la disminución significativa de recursos y áreas naturales, muchos países han tomado medidas con el fin de proteger al medio ambiente. Entre esos países se encuentra Noruega, país muy reconocido por comprometerse a acabar con la deforestación y la contaminación derivada del consumo de combustibles fósiles.
Fuente: Internet
Para poder lograrlo, este país nórdico decidió tomar medidas drásticas en función de políticas energéticas y ambientales. A pesar de que Noruega se encuentra entre los principales productores de petróleo en el mundo y un 40% de su PIB depende de ello, han decidido darle una vuelta a su economía.
Desde el año pasado, Noruega introdujo políticas drásticas prohibiendo los autos que usen gasolina y diesel en su capital, Oslo, para el 2019, e incentivar el uso de automóviles eléctricos. Estas dos medidas surgieron con el fin de reducir al mínimo la contaminación emitida por los combustibles fósiles, hacer mejoras en el transporte al hacerlo más saludable y seguro, reforzando la salud física con ciclovías y caminos para peatones, etc.
Tanto así, que de acuerdo con el periódico noruego Dagens Naeringsliv, se prevé que “para el 2025 todo el parque móvil noruego, público o privado, va a tener que moverse a partir de electricidad sostenible.”
Adjunto a esta iniciativa, el país está buscando desarrollar una mejor calidad de vida y espacio en donde se transita prohibiendo la tala de árboles así como el consumo de productos derivados de la madera. Luego de convertir la deforestación en delito, el parlamento noruego adoptó las medidas necesarias para que aseguren las importaciones y compras de productos como aceite de coco, industria de madera, aceite de palma, pastoreo, soya, carne, etcétera. Esto se hace con el objetivo de proteger la biodiversidad de la región, la cual se encarga principalmente de absorber las emisiones de carbono que impactan negativamente en el calentamiento global.
Debido a que el consumo de estos productos provocan alrededor del 40 por ciento de la deforestación de los bosques de Argentina, Bolivia, Paraguay, Brasil, Indonesia, Malasia y Papúa Nueva Guinea, así como el 44 por ciento de las emisiones de carbono entre el 2000 y 2011, Noruega decidió regular los productos derivados de la tala de árboles como parte de la promesa hecha en la Cumbre del Clima de la ONU en 2014.
No es la primera vez que Noruega decide tomar medidas para enfrentar al cambio climático y la deforestación. En 2008, donaron mil millones de dólares a Brasil para combatir la tala de árboles, logrando reducir esta actividad clandestina hasta en un 75 por ciento, salvando a más de 8 millones y medio de hectáreas de la selva amazónica y evitando la emisión de 3.2 millones de toneladas de CO2.
Para poder lograrlo, este país nórdico decidió tomar medidas drásticas en función de políticas energéticas y ambientales. A pesar de que Noruega se encuentra entre los principales productores de petróleo en el mundo y un 40% de su PIB depende de ello, han decidido darle una vuelta a su economía.
Desde el año pasado, Noruega introdujo políticas drásticas prohibiendo los autos que usen gasolina y diesel en su capital, Oslo, para el 2019, e incentivar el uso de automóviles eléctricos. Estas dos medidas surgieron con el fin de reducir al mínimo la contaminación emitida por los combustibles fósiles, hacer mejoras en el transporte al hacerlo más saludable y seguro, reforzando la salud física con ciclovías y caminos para peatones, etc.
Tanto así, que de acuerdo con el periódico noruego Dagens Naeringsliv, se prevé que “para el 2025 todo el parque móvil noruego, público o privado, va a tener que moverse a partir de electricidad sostenible.”
Adjunto a esta iniciativa, el país está buscando desarrollar una mejor calidad de vida y espacio en donde se transita prohibiendo la tala de árboles así como el consumo de productos derivados de la madera. Luego de convertir la deforestación en delito, el parlamento noruego adoptó las medidas necesarias para que aseguren las importaciones y compras de productos como aceite de coco, industria de madera, aceite de palma, pastoreo, soya, carne, etcétera. Esto se hace con el objetivo de proteger la biodiversidad de la región, la cual se encarga principalmente de absorber las emisiones de carbono que impactan negativamente en el calentamiento global.
Debido a que el consumo de estos productos provocan alrededor del 40 por ciento de la deforestación de los bosques de Argentina, Bolivia, Paraguay, Brasil, Indonesia, Malasia y Papúa Nueva Guinea, así como el 44 por ciento de las emisiones de carbono entre el 2000 y 2011, Noruega decidió regular los productos derivados de la tala de árboles como parte de la promesa hecha en la Cumbre del Clima de la ONU en 2014.
No es la primera vez que Noruega decide tomar medidas para enfrentar al cambio climático y la deforestación. En 2008, donaron mil millones de dólares a Brasil para combatir la tala de árboles, logrando reducir esta actividad clandestina hasta en un 75 por ciento, salvando a más de 8 millones y medio de hectáreas de la selva amazónica y evitando la emisión de 3.2 millones de toneladas de CO2.
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